
Al oír el canto del reloj Pooh-cú de su casa, Winnie the Pooh supo que había llegado la hora de algo. ?¡Piensa, piensa, piensa!?, le dijo a su imagen en el espejo. ¿Es la hora de hacer qué? Por fin, recordó que era la hora de sus ejercicios. Necesitaba ejercitar su apetito para poder hacer lo que los osos como él hacen mejor: ¡comer miel!