
Los infortunios de la virtud (1787), primera versión de Justine (1791), contienen -sin los excesos obscenos posteriores- todo el genio del "divino marqués": espectáculos, complaciente de la lujuria y la perversidad, imaginación desenfrenada, pero también filosofía y psicología, unidas al servicio de la lengua y el estilo luminoso de un gran prosista.