Antes, cuando era niño, no podía imaginar las consecuencias luminosas que me traería la guerra.
Mi país se sumergió en la penumbra, mis papás desaparecieron y yo tuve que salir adelante solo.
Las cosas de pronto tuvieron un sabor amargo.
Hasta que conocí a Acevedo y su ceguera me hizo ver.
Esta es la historia de nuestra amistad y de cómo me convertí en lazarillo.