
Erase una vez una ratita muy presumida que todas las mañanas barría la puerta de su casa. Un día se encontró una moneda y con ella compro una cinta de seda de color rojo con el que se hizo un precioso lazo. Con su lazo puesto en la cabeza, barría y barría, y todo el que pasaba por allí se enamoraba de ella. Pero la ratita no quería casarse con ella.