Si en el segundo tomo se constató que el sistema educativo fue exitoso en términos políticos y culturales, en este volumen vemos, más bien, cómo la educación se enfrentó, sobre todo, a las bondades y restricciones de la productividad económica y su impacto en el desarrollo social. Si en el periodo analizado los discursos enfatizaban las «reformas» llevadas a cabo por los gobiernos del Frente Popular, luego se comenzó a hablar de «crisis», yes que los deficientes resultados de los estudiantes, el alza del analfabetismo o el aumento de la deserción escolar, «desarrollaron un malestar social, una crítica que fue conceptualizada como una especie de desajuste crónico entre la aspiración de un cambio en la estructura social y cultural del país, por una parte, y el desarrollo económico y sus resultados por otra».
Las movilizaciones estudiantiles de los cincuenta y sesenta no solo son una expresión de este descontento: son al mismo tiempo el anuncio de un malestar por venir, aun mayor, una crisis que dio inicio a una nueva etapa en nuestra historia